Aumento de la desigualdad en el acceso al empleo para las personas con discapacidad
LOS NUEVOS PUESTOS DE TRABAJO SE OCUPAN CON MENOS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
El acceso al empleo para las personas con discapacidad sigue siendo más restringido que para el resto de la masa laboral, según se desprende de la operación “El empleo de las personas con discapacidad” del INE referida al año 2018 y en donde se recoge que el número de personas con discapacidad en edad laboral es de 1.899.800 lo que supone el 6,3% de la población española entre 16 y 64 años.
Visto en perspectiva, en la serie histórica disponible (desde 2014) la tasa de paro de las personas con discapacidad se ha reducido en 8,4 puntos porcentuales. De este modo en 2018 hay 165.100 personas con discapacidad desempleadas en términos absolutos (5.600 menos que en 2017), situándose la tasa de paro de este colectivo en el 25,2%. Así, la brecha con la población sin discapacidad es de 10,1 puntos, habiéndose incrementado en este último año respecto a la tendencia estable de años anteriores de aproximadamente 9 puntos de diferencia. Atendiendo al género, la tasa de paro es inferior en el caso de las mujeres, situándose en el 25 %.
“Estos datos muestran que la variable de discapacidad supone un elemento de discriminación en lo que al acceso al mercado laboral se refiere. Por ello debe revisarse el actual marco normativo con una visión global de todos los factores que están afectando, desde el educativo y de formación para la empleabilidad, pasando por la eficacia e información sobre cumplimiento de las obligaciones normativas para las empresas y su razonabilidad, hasta las necesidades y complementariedades del trabajo con otros sistemas como los de protección social o de servicios sociales y de dependencia” según pone de manifiesto Sabina Lobato, directora de Formación y Empleo, Operaciones y Transformación de Fundación ONCE.
Lobato también pone de relieve como “respecto a la relación con el empleo, los datos nos indican que el número de personas con discapacidad activas es de 654.600, siendo la tasa de actividad en el 34,5%, con una diferencia con la población sin discapacidad de 43,1 puntos. Esta diferencia se ha incrementado con respecto a 2017 en 0,4 puntos porcentuales y por tanto indagar en las causas y medidas para incrementar esta tasa, en definitiva, para activar laboralmente a las personas es un asunto estratégico sobre el que poner foco”.
Sin embargo, “consideramos positivo los esfuerzos que se están llevando a cabo para promover el acceso de la mujer al mercado de trabajo”. Así, desde el punto de vista de género la tasa de actividad de las mujeres se sitúa en el 33,6% frente al 35,1% de hombres. Tanto la tasa total como la femenina, respecto a 2017, han disminuido en 0,5 y 1,4 puntos respectivamente.
Centrándonos en el empleo “también se ha agudizado un distanciamiento entre los trabajadores con y sin discapacidad”, en este caso la tasa de empleo se situó en 2018 en el 25,8%, lo que significa que 489.500 personas con discapacidad están ocupadas. La diferencia en la tasa de empleo con la población sin discapacidad es de 40,1 puntos. Se produce un incremento relevante en esta diferencia respecto a 2017, de 1,6 puntos porcentuales, dado que, aunque la tasa de empleo para personas con discapacidad se ha reducido únicamente 0,1 puntos, la de personas sin discapacidad se ha incrementado en 1,5 puntos. Esta tendencia alcista en la tasa de empleo de personas sin discapacidad desde 2015 (de 5 puntos porcentuales de incremento acumulado) no se refleja de manera análoga en el caso de personas con discapacidad, para las que este incremento acumulado ha sido de 2,4 puntos. En opinión de Lobato “esta tendencia de los datos y el lento avance en los últimos años nos lleva a un llamamiento hacia un mayor compromiso de los empleadores y resto agentes con la innovación, para generar soluciones con un mayor impacto en términos de creación de empleos. Esto es aún más relevante teniendo en cuenta los retos y oportunidades que plantea la transformación digital y su impacto en el mercado de trabajo que tiene múltiples dimensiones: el reto de las competencias y la formación accesible, las tecnologías de apoyo que pueden permitir el acceso al empleo a los colectivos más alejados con adaptaciones sencillas de aplicar como la impresión 3D, la robotización que elimina puestos de trabajo en los que actualmente están encontrando empleo muchas personas con discapacidad, la inteligencia artificial como posible barrera en el reclutamiento si no tiene en cuenta la diversidad, etc”.
Teniendo en cuenta la perspectiva de género, la tasa de empleo para mujeres con discapacidad se sitúa en el 25,2%, 34,4 puntos por debajo de la de las mujeres sin discapacidad y 1 punto por debajo de la de los hombres con discapacidad. “La brecha de género entre la población con discapacidad en términos de empleabilidad es desde todas las perspectivas que ofrecen los datos, inferior a la de personas sin discapacidad”, según la responsable de empleo de Fundación ONCE.
Por tipo de discapacidad, destacar como aspecto positivo que el único colectivo que mejora respecto a 2017 su tasa de empleo es el de personas con discapacidad intelectual, pasando de 19,5% a 20,2%. “Aún así este colectivo junto al de personas con discapacidad psicosocial son los que tienen tasas de empleo más bajas, y en los que debemos de centrar nuestras iniciativas de empleo”, asegura Lobato.
Otro elemento a destacar se refiere a cuando se produce la incorporación al mercado laboral. “La edad continúa siendo una variable relevante en el acceso al empleo. Los jóvenes con discapacidad son sin duda el segmento más alejado del empleo: aumenta su tasa de paro y disminuye su tasa de actividad y empleo”. La tasa de actividad de los más jóvenes con discapacidad (16 – 24 años) alcanza el 23,9%, 6,2 puntos inferior a la del segmento de mayor edad (45 – 64 años), y su tasa de empleo es la más baja de todos los grupos, con tan solo un 10,0%. Al contrario, sucede con la tasa de paro que supera a la de los demás grupos de edad, fijándose en el 58,1%. “Destacar en cualquier caso que la serie histórica disponible nos muestra una evolución acumulada que refleja el impacto positivo de las políticas en favor de la empleabilidad de jóvenes con discapacidad; esto se ve en el incremento desde 2014 de la tasa de empleo en 0,9 puntos y 9,2 puntos de reducción en la tasa de paro”.
El grado y tipo de discapacidad determinan de manera significativa la participación en el empleo. Así, los menores porcentajes favorecen una actitud activa. Las tasas de actividad por grado de discapacidad son:
Del 33% a 44% | 55,7% |
Del 45% al 64% | 39,6% |
Del 65% al 74% | 20,4% |
75% o más | 10,7% |
No consta | 17,6% |
TOTAL | 34,5% |
Centrándonos en los ocupados, en su gran mayoría se trata de trabajadores asalariados (el 88,7%), en el sector servicios (el 81,1%), con jornada completa (el 83,1%) y con contrato indefinido (el 73,3%), aunque lo cierto es que desde 2014 el porcentaje de indefinidos ha descendido en 4,2 puntos y el número de ocupados con jornada completa en 1,3 puntos.
En cuanto al empleo por cuenta propia indicar que se ha incrementado ligeramente el porcentaje de personas con discapacidad empleadas por cuenta propia, que en 2018 se situó en el 11,2% de los ocupados, si bien en la evolución de los últimos años este porcentaje se ha llegado a situar en el 12,6% en 2014.
Señalar que en 2018 únicamente el 27,7% de los ocupados con discapacidad que cotizaron a la seguridad social, tenía algún tipo de bonificación o reducción en las cotizaciones. Este porcentaje se ha reducido en la serie histórica disponible, desde 2014, en 1,6 puntos porcentuales.
Un 27,4% de los asalariados tenía un contrato específico de discapacidad, 0,2 puntos más que en el ejercicio anterior. Complementariamente las reducciones/bonificaciones en las cuotas de cotización y la contratación específica, beneficiaron especialmente a hombres, al grupo de edad comprendido entre los 16 y 44 años, a las personas con discapacidad de tipo sensorial e intelectual y a aquellas con un grado superior al 65%.
Por último, 289.300 personas con discapacidad, tenían reconocida la situación de dependencia, lo que supone el 15,2% de las personas con discapacidad en edad laboral.
En definitiva, “esta última edición de la operación sobre el empleo de las personas con discapacidad publicada por el INE plantea un escenario de mayor riesgo y mayor desigualdad. Desde Fundación ONCE seguiremos apostando por programas para fomentar la empleabilidad, apoyar y acompañar a las empresas en su compromiso con la diversidad, y trabajar para fomentar las competencias digitales y los perfiles tecnológicos para personas con discapacidad a través del programa Por Talento Digital”, concluyó Sabina Lobato.
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